NO MORE COWBOYSEste proyecto busca resignificar la figura clásica del cowboy, alejándose del mito del héroe rudo y dominante, para explorar desde un lugar introspectivo y vulnerable.
Imaginé a un cowboy perdido en el desierto, solo pero no derrotado. No hay gloria en su andar, pero tampoco desesperación. La soledad se vuelve su único paisaje, y en ella aparece una especie de pausa emocional: no hay sufrimiento explícito, pero tampoco placer. Solo un presente estático, en el que convive con sus pensamientos.
Estéticamente, esta producción fusiona el imaginario western con mi mirada personal, cercana a lo alt/emo. A través de prendas oscuras, siluetas intervenidas y una actitud silenciosa, el personaje encarna una masculinidad más ambigua y sensible, habitando el límite entre la tradición y la deconstrucción.
Las imágenes revelan esa tensión: un cowboy que no dispara, que no conquista, que no escapa. Solo habita.
Para el estilismo, quise representar al cowboy desde mi estilo personal, imaginando cómo me adaptaría yo a esa tendencia. Elegí unos pantalones con calaveras y cadenas alrededor, que representan mi lado más emo, y refuerzan la idea de un personaje solitario y distante.
En la parte superior, usé una camisa negra para conservar esa elegancia que suele tener el cowboy clásico, pero llevándola hacia un lugar más oscuro y atípico. Como accesorios, no podía faltar el sombrero cowboy. También sumé un cinturón con pinchos, usándolo por encima de la camisa para equilibrar el foco visual y que no toda la atención se concentrara en el pantalón.
Combine prendas negras con herrajes, botas de cuero brillantes, cadenas, cinturones intervenidos y accesorios con simbología (puñales, estrellas, collares). El sombrero y los guiños al folklore clásico se desarman en una silueta mucho más personal, moderna y cargada de sentido.

En la dirección creativa quise representar la falta de emoción, la soledad y la estética general del concepto. Para expresar la neutralidad emocional, trabajé con el modelo en sus expresiones faciales: le pedí que no mostrara tristeza ni felicidad, sino un estado intermedio, casi indescifrable, que transmitiera calma y actitud. Quería que se viera canchero, como un cowboy moderno, pero sin caer en lo caricaturesco.

La soledad está reforzada por el entorno: un lugar deshabitado, silencioso, donde la ausencia de otras personas se siente. Finalmente, la estética fue construida a través del estilismo, que resignifica la figura del cowboy desde mi mirada personal, apropiando el concepto para hacerlo parte de mi universo visual.